Gandhi

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Un político atípico

Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en la ciudad de Porbandar, situada al oeste de la India. Vivió allí hasta que cuando tuvo 7 años, la familia Gandhi se trasladó a Rajkot, ciudad algo mayor.
Gandhi en su autobiografía cuenta que tuvo un amigo musulmán, llamado Sheikh Mehtab, el cual era fuerte, rápido corriendo, hábil saltando y que no tenía miedo a nada. Gandhi, poco dotado físicamente y miedoso de fantasmas, ladrones y serpientes, incapaz de dormir a oscuras, admiraba a su amigo, el cual le decía: «Mírame. Yo como carne y soy alto y fuerte. Y mira a los británicos. Ellos comen carne también, y ellos son altos y fuertes. Y los británicos gobiernan nuestro país». Gandhi, convencido por las palabras de su amigo, decidió comer carne, pero había para él un gran problema: para la religión de sus padres, la visnuista, era un gravísimo pecado comer carne.

Gandhi nos dice en su autobiografía:
«Nos dirigimos hacia el río y buscamos un paraje solitario en la orilla. Fue allí donde vi carne por primera vez en mi vida. Mi amigo había traído también pan de panadería. Ambos alimentos me desagradaron. La carne de cabra, correosa como el cuero, me produjo nauseas, e inmediatamente tuve que dejar de comer. Pasé una noche terrible, poseído por una espantosa pesadilla: en cuanto conciliaba el sueño, sentía que una cabra balaba en mi interior, y me despertaba sobresaltado y lleno de remordimientos. Pero al punto recordaba que me había impuesto la obligación de la carne y me tranquilizaba».
«Cuando a veces me entregaba a estas francachelas clandestinas, me era imposible, al regresar a casa, ponerme a comer. Naturalmente, mi madre me decía que me sentase a la mesa; deseaba saber entonces por qué no quería comer nada. «No tengo apetito, le decía; hay algo que no he digerido bien». No sentía la conciencia tranquila al inventar estos pretextos. Me daba cuenta de que mentía, y además a mi madre. Pero también sabía que sería un golpe terrible para mis padres si llegaban a saber que comía carne. Esta idea me llenaba de remordimientos.
En consecuencia, me hice el siguiente razonamiento: aunque sea necesario comer carne y no menos esencial emprender por todo el país una reforma del régimen alimenticio, más vale a pesar de todo que renuncie a la carne, pues todavía es más grave engañar a los padres y mentirles. Por lo tanto, nada de comer carne mientras vivan. Cuando se vayan de este mundo seré libre para volver a un régimen de carne, sin tener que disimular. Entretanto, prescindiré de ella».
En 1888 Gandhi viajó a Londres para estudiar Derecho y antes de partir prometió a su madre no tener relaciones sexuales, ni beber vino, ni comer carne. Sobre su estancia en Londres nos dice Gandhi que todos los días se pegaba una caminata: «para ir a un restaurante barato donde me atiborraba de pan, sin saciar nunca mi apetito. Durante estas peregrinaciones, un día me encontré un restaurante vegetariano, en Farrington Street. Al descubrirlo sentí la misma alegría que sentiría un niño al ver realizado su sueño más querido. Junto a la puerta ví algunos libros expuestos en el escaparate. Uno de ellos era la Apología del Vegetarianismo de Salt; lo compré por medio chelín y me senté a la mesa. Desde mi llegada a Inglaterra era la primera comida que hacía a gusto. Dios había venido en mi ayuda.
Leí el libro sin dejar una sola línea. Aquella lectura ejerció sobre mí una gran influencia, pues puedo decir que desde entonces me convertí en un vegetariano convencido. Bendije el día en que había pronunciado aquel voto ante mi madre. Hasta entonces me había abstenido de toda carne animal para no mentir y para permanecer fiel a mi voto. Pero al mismo tiempo soñaba con el día en que podría libre y abiertamente volver a comer carne y tener a mi alrededor algunos adeptos, para convertir a los demás indios al régimen cárnico. Pero a partir de entonces tomé la decisión de defender la causa del vegetarianismo.
Un convertido se muestra mucho más celoso por su nueva religión que las personas acostumbradas a ella desde su nacimiento. Por aquel entonces, en Inglaterra, el vegetarianismo era objeto de un culto nuevo. Lo mismo ocurría conmigo. Por consiguiente, con todo el entusiasmo de un neófito, decidí crear un club vegetariano en mi barrio, en Bayswater. Invité a sir Edwin Arnold, que vivía cerca, a ocupar la vicepresidencia. El presidente sería el Dr. Oldfield, redactor del Vegetariano. Yo sería el secretario».
En 1891 Gandhi termina sus estudios y regresa a su país. En la India no consigue trabajo pero conoce a un negociante que le ofrece trabajar como abogado en Sudáfrica por un año que, sin embargo, se prolongará por muchos más años. Allí defiende, por métodos pacíficos, el derecho de los indios a no ser discriminados. Gandhi aprendió la no-violencia, en un libro de León Tolstoi titulado El Reino de Dios está dentro de vosotros. De Ruskin leyó, en 1903, Unto this Last, y en este libro aprendió a valorar el trabajo manual. Tanto Ruskin como Tolstoi sostenían que la gente puede hacer las cosas por sí mismas, como construir sus casas y cultivar plantas para su propia alimentación. De esta forma la vida se hace más sencilla. De Thoreau leyó en 1908, en la cárcel Desobediencia Civil, libro que le fue muy útil para defender a la India de la dependencia económica de Inglaterra.
La ley exigía a los indios en Sudáfrica, pero no a los blancos, llevar un carnet con sus huellas dactilares. Gandhi les dijo a los indios que esta ley era injusta y que por lo tanto, la desobedecieran. Pronto las cárceles de Sudáfrica se llenaron de indios y no había sitio para meter a todos los infractores de la ley. Los periódicos de todo el mundo publicaron lo que estaba ocurriendo y el gobierno británico decidió abolir esa ley. Gandhi, de forma pacífica, había ganado su primera batalla.
En 1910 Gandhi crea en Sudáfrica la granja Tolstoi. En ella, de forma sencilla, viven muchas personas, la comida es vegetariana, no se fuma ni se bebe café.
En 1915 Gandhi regresa a la India y ya es famoso. Para obtener la independencia de su país, propone obtener sal de las salinas y con la rueca, fabricar tejido. De esta forma boicotea las mercancías británicas. Por este y otros motivos, es varias veces encarcelado. Gandhi realiza, a lo largo de su vida, 17 huelgas de hambre, con ellas consiguió que trabajadores y empresarios llegaran a acuerdos y que musulmanes e hindúes dejaran de matarse.
En 1931 vuelve a Londres para tener una reunión con el gobierno británico. Allí es recibido con simpatía por el pueblo inglés. Lo visitan Charlie Chaplin y Bernard Shaw, este último, vegetariano. Es invitado por la Sociedad Vegetariana para dar una conferencia, y en ella dijo:
«Cuando recibí la invitación para hacerme presente en esta reunión, no quiero decirles lo satisfecho que me sentí, porque revivo en mis viejas memorias y recuerdos de agradables lazos de amistad formados con vegetarianos. Me siento especialmente honrado al ver a mi derecha a Mr. Henry Salt. Fue el libro de Mr. Salt, Apología del Vegetarianismo, el que me mostró por qué motivo, aparte de ser un hábito hereditario, y aparte de mi adhesión a un voto que me administrara mi madre, era correcto ser vegetariano. Me mostró por qué era un deber moral para los vegetarianos no vivir a costa de nuestros compañeros los animales. Es, por lo tanto, motivo de un placer adicional encontrar a Mr. Salt entre nosotros».
«… Por lo tanto los vegetarianos debieran tener esa base moral: la de que el hombre no nació como animal carnívoro, sino para vivir de las frutas y las hierbas que nos da la tierra».
El 15 de agosto de 1947 la India obtiene la independencia y el 30 de enero de 1948 Gandhi es asesinado. Murió un hombre que introdujo la ética en la política y que tomaba tan en serio las palabras como los hechos. Cuando Gandhi adoptaba un pensamiento, obraba de acuerdo con él, manteniendo coherencia entre pensamiento, palabra y acción.
Es curioso observar que Gandhi aprendió el vegetarianismo de un inglés (Henry Salt) y la no violencia de un ruso (Tolstoi). Esto muestra que pese a que Gandhi fue un oriental, su espiritualidad la aprendió, por lo menos en gran parte, de occidentales. Además, su lucha pacífica contra los ingleses la aprendió leyendo libros de un inglés (John Ruskin) y de un norteamericano (Henry Thoreau), también occidentales.
Ahora veamos lo que dijeron de Gandhi tres premios Nobel vegetarianos:
Román Rolland, en 1915 recibió el premio Nobel de Literatura:
«He aquí al hombre que ha sublevado a trescientos millones de hombres, quebrantando al imperio británico, e inaugurando en la política humana el movimiento más poderoso desde hace dos mil años».
Alberto Einstein, en 1921 recibió el premio Nobel de Física:
«Un dirigente de su pueblo sin especiales apoyos de las autoridades, un político cuyo éxito no se basa en el poder de la tecnología, sino sencillamente en la fuerza convincente de su personalidad; un luchador victorioso que rechazó siempre el empleo de la violencia, un hombre sabio y modesto armado con una capacidad de resistencia decidida e inquebrantable, que se consagró con todas sus fuerzas a mejorar a su pueblo; un hombre que frente a la brutalidad europea prefería la dignidad del simple ser humano, demostrando así su espíritu superior.
Quizás las generaciones venideras duden alguna vez de que un hombre semejante fuese una realidad de carne y hueso en este mundo».
Rabindranath Tagore, en 1913 recibió el premio Nobel de Literatura:
«Es el único, el iluminado, la fuente de todo, el Mahatma. Siempre vivo en el corazón de su pueblo por el gran amor que nace de la sima de su espíritu. Aquel que lo conoce se hace eterno».
Y para terminar, veamos algunos pensamientos de Gandhi:

 

Vegetarianismo:

A) «Mi opinión es bien conocida. No considero la alimentación cárnica necesaria para nosotros a ninguna altura de la vida ni bajo cualquier clima en que ordinariamente les sea posible vivir a los seres humanos. Sostengo que la alimentación carnívora es inadecuada para nuestra especie. Nos equivocamos al copiar al mundo animal inferior, si es que somos superiores a él.
Sin embargo, también es erróneo sobreestimar la importancia de la comida en la formación del carácter o en el sometimiento de la carne. La dieta es un factor poderoso que no hay que descuidar; pero resumir la religión en términos de régimen (como a menudo se hace en la India) es tan erróneo como dar rienda suelta al apetito, desconociendo todo límite respecto de la dieta. El vegetarianismo es uno de los dones inapreciables del hinduismo que no debe de ser abandonado a la ligera. Entonces, hay que corregir el error de que el vegetarianismo nos debilita la mente y el cuerpo y nos vuelve pasivos e inertes en la acción. Los reformadores hindúes más grandes (que practicaban el vegetarianismo) eran los seres más activos de su época. ¿Quién mostró en sus tiempos una actividad mayor que, digamos, Shankara o Dayananda?
La elección de la dieta no debe basarse en la fe. Es un asunto de cada uno razonar por sí mismo.
En los países occidentales en especial ha surgido una cantidad de literatura sobre el vegetarianismo que nadie que busque realmente la verdad puede estudiar con provecho. Muchos médicos eminentes contribuyeron a engrosar esa literatura. Aquí, en la India, nunca hemos necesitado ningún estímulo para el vegetarianismo, puesto que hasta ahora lo hemos aceptado como una cosa muy deseable y muy respetable.
Debemos recordar que el mero Jivadaya (la bondad con los animales) no nos permite derrotar a los «seis enemigos mortales» que llevamos dentro, es decir, la lujuria, la ira, la codicia, la infatuación, el orgullo y la falsedad. Mostradme al individuo que se gobierne totalmente a sí mismo, que esté lleno de buena voluntad y de amor hacia todos y que se maneje con la ley del amor en cada una de sus acciones y yo le ofreceré mi respetuoso homenaje, aunque se alimente de carne. Por otra parte, el jivadaya de una persona que se deja llevar por la ira y la lujuria pero que alimenta diariamente a las hormigas y los insectos, absteniéndose de matarlos, no tiene casi nada de elogiable. Es una actuación mecánica, carente de valor espiritual. Incluso puede ser algo peor: una pantalla de hipocresía que oculta la corrupción que hay dentro».

B) «No sentimos vergüenza de sacrificar multitud de vidas ajenas, para sostener el cuerpo perecedero, tratando de prolongar su existencia por unos pocos instantes fugaces, con el resultado de que nos matamos nosotros mismos, tanto en cuerpo como en alma».

C) «La grandeza de una nación y su progreso moral se pueden juzgar por el modo en que sus animales son tratados».

D) «Siento que el progreso espiritual exige a cierta altura que dejemos de matar a las criaturas con quienes convivimos, para satisfacción de nuestras necesidades corporales».

E) «La supremacía del hombre sobre los animales inferiores no significa que aquél deba destruirlos para vivir él, sino al contrario, que el superior debe proteger al inferior y que debe desarrollarse entre ambos una solidaridad similar a la que existe entre los hombres».

F) «La única forma de vivir es dejar vivir».

G) «A mi entender, la vida de un cordero no es menos valiosa que la de un ser humano. Me encuentro mal dispuesto a quitarle la vida a un cordero para sustentar el cuerpo humano. Afirmo que cuanto más desvalida es una criatura, tanto más debe ser protegida por el hombre de la crueldad del hombre».

 

Ayuno:

A) «Un ayuno genuino purifica el cuerpo, la mente y el alma».

B) «Mi religión me enseña que siempre que haya una desgracia que uno no puede apartar se debe de ayunar y rezar».

C) «Nada hay tan poderoso como el ayuno y la oración: nos confieren la necesaria disciplina, espíritu de sacrificio, humildad y firmeza de voluntad, sin lo cual no puede haber progreso real».

D) «El ayuno es un arma poderosa del arsenal de Satyagraha. No puede ser manoseado por cualquiera. La simple capacidad física de soportarlo es inútil si ella no está asociada a la fe viva en Dios. El ayuno nunca debe ser un esfuerzo mecánico, o mera imitación. Debe provenir de las profundidades de la propia alma».

E) «La literatura religiosa hindú está colmada de ejemplos de ayunos y aun hoy en día miles de hindúes ayunan ante el menor pretexto. Es la única cosa que casi no hace daño. No hay duda de que se abusa de los ayunos como de todo lo que es bueno».

F) «Todo ayuno que sea un acto espiritual constituye una intensa plegaria o una preparación para la misma».

 

Ética y religión:

A) «La más pequeña de las posesiones me parecía incómoda e insoportable».

B) «Es en verdad imposible llegar a la perfección en cuanto a la pobreza voluntaria; sin embargo, quienes más han avanzado en este terreno, afirman que, llegado el día en que os hubiérais despojado totalmente, ese día recibiréis todos los tesoros del mundo».

C) «En vez usar el cuerpo como templo de Dios, lo usamos como vehículo de placeres y no nos avergonzamos de recurrir a los médicos para auxiliarnos en nuestros esfuerzos para aumentarlos y abusar del tabernáculo terreno».

D) «La oración es necesaria para el alma como el alimento lo es para el cuerpo».

E) «Hagáis lo que hagáis, sed sinceros con vosotros y con el mundo. No escondáis vuestros pensamientos: si es vergonzoso revelarlos, más vergozoso aún es pensarlos».

F) «Anhelad siempre la perfecta armonía entre pensamiento, palabra y acción».

G) «Creo que un alma sana debe habitar un cuerpo sano. A medida que el alma crece en salud, libre de pasión, en el mismo sentido debe el cuerpo desarrollarse».

H) «La no violencia es la ley del género humano tal como la violencia es la ley de los irracionales. En éstos, el espíritu yace adormecido; ellos no conocen otra ley sino la de la fuerza física. La dignidad del hombre requiere obediencia a una ley más alta, la fuerza del espíritu».

I) «La no violencia es una fuerza activa. Es la fuerza del alma, el poder de Dios dentro de nosotros».

J) «El coraje es el primer requisito de la espiritualidad. Los cobardes jamás podrán tener moral».

K) «La fuerza del número place a los tímidos. El valiente de espíritu se jacta de luchar solo».

L) «La naturaleza es implacable y se venga sin compasión de cualquier violación a sus leyes».

 

Economía y política:

A) «Dudo que la Edad de Hierro sea un avance respecto de la Edad de Piedra. En realidad me es indiferente. Es a la evolución del alma a lo que deben estar consagrados el intelecto y las otras facultades».

B) «La economía que hiere el bienestar del individuo, o de una nación, es inmoral y por esto pecaminosa. La economía que permite a un país explotar a otro es inmoral. Es pecaminoso comprar y usar artículos producidos con la explotación del trabajo».

C) «Para ser bien utilizada, debe la máquina ayudar y facilitar el esfuerzo humano. Como sucede actualmente, su uso tiende cada día a concentrar la riqueza en manos de unos pocos, y esto, en detrimento de millones de hombres y mujeres cuyo pan es arrancado por ella de sus manos».

D) «Yo me opongo a la obsesión por la máquina y no a la máquina en sí; la obsesión por lo que ellos llaman «ahorro de trabajo». Los hombres continuarán ahorrando trabajo hasta que millares queden sin trabajo tirados en las acequias para morir de inanición».

E) «Sostengo que en cierta medida somos ladrones. Si tomo algo que no necesito para mi uso inmediato y lo guardo, se lo estoy robando a alguien».

Luis Vallejo Rodríguez
Secretario de la Asociación Vegetariana Canaria

(fragmento extraído del libro «Genios, Centenarios y Deportistas Vegetarinos»)

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