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Leonardo da Vinci

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Historia del Vegetarianismo

El Vegetarianismo Ético de Leonardo da Vinci
(1452-1519)

Leonardo da Vinci es ampliamente conocido como el arquetipo de genio universal. Entre lo que se conocía de su trabajo históricamente, y lo que se ha descubierto sobre él desde que sus cuadernos fueron finalmente descifrados en la segunda mitad del siglo XIX, estamos maravillados con la diversidad de campos en los cuales se involucró brillantemente. De sus escritos y de lo que sus primeros biógrafos escribieron sobre él, también encontramos que da Vinci era grande en términos de integridad y sensibilidad en temas éticos.

Este artículo explorará un aspecto de la vida ética de da Vinci que, aunque no es un tema controvertido, no es algo que se conozca ampliamente entre el público general. Me refiero al rechazo de da Vinci a consumir animales y su reconocimiento de la crueldad de maltratarlos.

Jean Paul Richter fue la primera persona en la historia que descifró los cuadernos de Leonardo. En su obra The Literary Works of Leonardo da Vinci (Los Trabajos Literarios de Leonardo da Vinci, 3ª edición 1970, primera publicación en 1883), escribió:

«Nos inclinamos a pensar que el propio Leonardo era vegetariano según el siguiente interesante pasaje de la primera de las cartas de Andrea Corsali a Giuliano de’ Medici: ‘Alcuni gentili chiamati Guzzarati non si cibano dicosa alcuna che tenga sangue, ne fra essi loro consentono che si noccia adalcuna cosa animata, come it nostro Leonardo da Vinci.'»

La carta de arriba ha sido traducida como: «Ciertos infieles llamados Guzzarati [Hindúes] no se alimentan de nada que contenga sangre, ni permiten entre ellos infligir daño a ninguna criatura viviente, como nuestro Leonardo da Vinci». Giuliano de’ Medici, dicho sea de paso, fue benefactor de Leonardo y hermano del Papa León X.

En Leonardo da Vinci Artist, Thinker, and Man of Science (Leonardo da Vinci Artista, Pensador y Hombre de Ciencia, 1898), Eugene Muntz escribió: «Por la carta de Corsali parece que Leonardo no comía carne, sino que vivía enteramente de vegetales, anticipándose por tanto a los modernos vegetarianos en varios siglos.»

En The Mind of Leonardo da Vinci (La Mente de Leonardo da Vinci, 1928), Edward MacCurdy escribió:

…La mera idea de permitir la existencia de sufrimiento innecesario, y todavía más la de quitar la vida, era algo que aborrecía. Vasari relata, como ejemplo de su amor por los animales, cómo cuando estaba en Florencia pasaba por lugares donde vendían pájaros y frecuentemente los sacaba de las jaulas con su propia mano, y habiendo pagado a los vendedores el precio que pedían, los dejaba salir volando, devolviéndoles la libertad.

Que este horror por infligir daño era tal que le condujo a hacerse vegetariano se infiere de la referencia que aparece en una carta enviada por Andrea Corsali a Giuliano de’ Medici, en la que, tras hablarle de una raza hindú llama Gujerats, que no comen nada que contenga sangre ni permiten dañar a ninguna criatura, añade ‘como nuestro Leonardo da Vinci’ .

En Leonardo: Discovering the Life of Leonardo da Vinci (Leonardo: Descubriendo la Vida de Leonardo da Vinci, traducción inglesa de 1991), Serge Bramly escribe: «Leonardo amaba a los animales tanto, parece ser, que se hizo vegetariano».

Se habla de da Vinci como vegetariano también en Leonardo da Vinci The Mind of The Renaissance (Leonardo da Vinci, La Mente del Renacimiento, traducido del francés en 1997), de Alessandro Vezzosi. Vezzosi es fundador y director del Museo Ideale Leonardo da Vinci en Vinci, Italia.

Desafortunadamente, existe una cita atribuida a da Vinci que ha sido incluida en diversos libros y artículos así como en sitios web vegetarianos y que está falsamente atribuida a él. Es la que sigue: «Desde una temprana edad he renunciado al consumo de carne, y llegará un momento en que los hombres, igual que yo, verán el asesinato de animales como ven ahora el asesinato de personas». La fuente original del error procede de una excelente (en general) antología de escritos de una serie de escritores, filósofos, científicos y otros destacados personajes históricos y contemporáneos, titulado The Extended Circle: A Commonplace book of Animal Rights (El Círculo Extendido: Un Libro Común de Derechos de los Animales, 1985), de Jon Wynne-Tyson. La cita anterior procede de una novela de ficción (que pone en boca de da Vinci algunas citas modernas) obra de Dimitri Merejkowski titulada The Romance of Leonardo da Vinci (El Romance de Leonardo da Vinci, traducida del ruso en 1928). La imputación de la cita anterior y de una cita real de da Vinci fueron intercambiadas por descuido en el libro. La cita de Merejkowski no se puede hallar en el libro de Richter ni en The Notebooks of Leonardo da Vinci (Los Cuadernos de Leonardo da Vinci, 1956, primera publicación 1939), que fue «Organizado, Traducido al inglés y Presentado» por Edward MacCurdy. El libro de MacCurdy es la otra fuente principal en inglés para los escritos literarios de da Vinci, y es la fuente de todas las citas de da Vinci que aparecen en este artículo, a menos que se indique lo contrario. De hecho, no fui capaz de encontrar la mencionada cita en ningún libro sobre Leonardo. Otra fuente más de materiales de da Vinci es el Códice Madrid, que se creía perdido, y fue redescubierto en 1965 (y que por tanto no estuvo disponible para Richter, MacCurdy ni Merejkowski).

Sin lugar a dudas, Leonardo era querido por aquellos que lo conocían. Paolo Giovio escribió lo siguiente, alrededor de 1527, en Leonardi Vincii Vita (traducido por Richter y citado por Vezzosi):

…El encanto de su actitud, su brillantez y generosidad no eran menos que la belleza de su aspecto. Su genio para la invención era sorprendente, y era el árbitro en todas las cuestiones relacionadas con la belleza y la elegancia, especialmente en el boato. Cantaba bellamente con su propio acompañamiento a la lira y para deleite de toda la corte. Murió en Francia a la edad de 67 años con gran pesar de sus amigos.

A pesar de su popularidad, da Vinci parece que tuvo una vena misantrópica.

En Quaderni d’Anatomia II 14 r que se conserva en la Biblioteca Real de Windsor encontramos:

«Rey de los animales –como lo has descrito– yo más bien diría rey de las bestias, siendo tú el mayor — porque tú sólo los ayudas para que te den sus crías para beneficio de tu garganta, la cual has intentado convertir en sepulcro de todos los animales; y yo diría todavía más, si se me permitiera decir toda la verdad». Un poco después en el pasaje dice: » Pues ¿no produce la naturaleza suficientes (alimentos vegetarianos) simples para satisfacerte? Y si no estás complacido con ellos, ¿no puedes realizar infinitos combinados mezclándolos, como escribió Platina y otros autores sobre alimentación?» La traducción de arriba ha sido tomada de Richter. Una edición anterior de la obra de Richter no incluía el término vegetariano entre paréntesis.

El pasaje anterior es lo suficientemente importante como para que incluyamos la versión de MacCurdy incluyendo el texto que va entre las dos citas mencionadas (aunque se necesitará alguna explicación extra después):

«Si eres como te has descrito a ti mismo el rey de los animales — sería mejor llamarte rey de las bestias puesto que eres la mayor de todas ellas! — ¿por qué los ayudas para que te puedan dar luego sus crías para gratificar tu paladar, con lo cual has intentado convertirte en tumba de todos los animales? Podría decir todavía más si se permitiera decir toda la verdad.

Pero no dejemos este asunto sin referirnos a una forma suprema de perversidad que difícilmente existe entre los animales, entre quienes no hay ninguno que devore a los de su propia especie excepto por haber perdido la razón (pues hay dementes entre ellos al igual que entre los seres humanos aunque no en tan gran cantidad). No sucede esto más que entre los animales voraces como en la especie del león y entre leopardos, panteras, linces, gatos y criaturas como estas, que en ocasiones devoran a sus crías. Pero tú no sólo devoras a tus niños, sino también al padre, la madre, los hermanos y los amigos; y sin bastarte todo esto, realizas invasiones a tierras extranjeras y capturas hombres de otras razas, y tras mutilarlos de una manera deshonrosa los cebas y luego atiborras tu garganta. Di, ¿no ofrece la naturaleza una cantidad suficiente de cosas simples para producir saciedad? O si no puedes contentarte con cosas simples, ¿no puedes obtener un número infinito de combinados, mezclando aquéllas entre sí, como hacía Platina y otros autores que han escrito para los epicúreos?».

Richter explica la referencia a la «forma suprema de perversidad» con una carta escrita por Américo Vespucio a Pieto Soderni que describe el canibalismo de los habitantes de las Islas Canarias que observó tras su estancia en 1503. Richter también mencionó que Vespucio y Leonardo se conocían personalmente. Como nota al margen, algunos sostienen que otros bautizaron a América y que Vespucio no fue responsable de que se utilizase su nombre. A diferencia de Colón, Vespucio se había percatado de que «un nuevo mundo» había sido descubierto.

Parece claro a partir de lo dicho que con lo de «cosas simples» sin duda no debe referirse a animales. Según Richter, la edición italiana del libro de Platina (Bartolomeo Sacchi), De la honestra voluptate, e valetudine (Sobre el Correcto Placer y la Buena Salud) fue publicada en 1487. Además de información sobre la preparación de platos basados en una amplia variedad de animales, el libro de Platina dedica secciones a las frutas, las verduras, los cereales, los frutos secos, los condimentos y las legumbres.

En el Códice Atlántico 76, encontramos una afirmación que expresa la inmoralidad de comer animales: «El hombre y los animales son un mero pasaje y conducto para el alimento, una tumba para otros animales, un albergue de los muertos, dando vida por la muerte de otros, un cofre lleno de corrupción».

En MSS. F 96 v. de la Biblioteca del Institut de France encontramos: «El hombre posee una gran facultad para el habla, pero la mayor parte de ella es vacua y engañosa. Los animales poseen poca, pero esa poca es útil y verídica; y es mejor una cosa pequeña y fiable que una gran falsedad».

En Dell’Anatomia Foglia B 21 V., de la Biblioteca Real de Windsor, encontramos otra opinión especialmente fuerte expresada sobre una clase de sus semejantes. MacCurdy comenta que la cita hace referencia al «contraste entre la perfección del cuerpo y la tosquedad de la mente en ciertos hombres».

«A mi parecer los hombres toscos de malos hábitos y pocas facultades de razonamiento no son dignos de un instrumento tan delicado o una variedad de mecanismos tan amplia como aquellos dotados de ideas y con gran facultad de razonamiento, sino simplemente un saco donde recibir su comida, y por el cual transcurre.

Porque en verdad uno sólo puede considerarlos como un pasaje para la comida; pues no me parece que tengan nada en común con la raza humana excepto el habla y la forma, y en todo lo demás están muy por debajo del nivel de las bestias».

Aquí Leonardo habla sobre una razón por la que los animales sienten dolor. ¡Quizás es una respuesta para aquellos que argumentan que si uno deja de comer animales por consideraciones éticas, debería por las mismas razones estar obligado a dejar de comer plantas!:

«Si bien la naturaleza ha dado sensibilidad hacia el dolor a los organismos vivos que poseen capacidad de movimiento -para preservar así las extremidades que en este movimiento están sujetas a disminuir o ser destruidas-, los organismos vivos que no poseen capacidad de movimiento no tienen que encontrarse con objetos contrapuestos, y las plantas en consecuencia no necesitan tener sensibilidad hacia el dolor, y por esta razón sucede que si las rompes no sienten dolor en sus extremidades como sucede con los animales». — MSS. H 60 [12] r de la Biblioteca del Institut de France

«Todos los animales perecen, llenando el aire con lamentos. Los bosques son devastados. Las montañas son desgarradas, para llevarse los metales que se han generado allí. Pero ¿cómo puedo hablar de algo más infame que [las acciones] de aquellos que elevan himnos de alabanza al cielo por aquellos que con mayor afán han causado daño a su país y a la raza humana?». — Códice Atlántico 382 v.a

Otra fuente de posibles citas de da Vinci se encuentra en una serie de escritos del Códice Atlántico, que Leonardo ha titulado ‘Profecías’. Según Kenneth Clark, en su libro Leonardo da Vinci (edición revisada de 1993, primera publicación en 1939):

«…Están en una forma que parece haber sido popular entre los talentos de Milán, y leemos que las profecías de Leonardo fueron escritas en competición con las de Bramante. Consisten en descripciones de sucesos ordinarios, expresados para sonar como catástrofes espantosas. De este modo ‘muchas personas lanzando un soplido con demasiado apremio perderán la visión y poco después toda conciencia’; a lo que Leonardo proporciona la explicación ‘de apagar la luz al irse a la cama’. Pero en algunos casos creo que Leonardo ha tomado ventaja de esta forma para expresar sus propias convicciones. Muchas describen actos de crueldad e injusticia que suenan increíbles, hasta que la ‘clave’ nos indica que se refieren a animales. ‘Interminables multitudes verán arrebatadas sus criaturas, desgarradas y despellejadas y cruelmente cortadas en pedazos (de ovejas, vacas, cabras y similares).’ ‘El trabajo más arduo será retribuido con hambre y sed, golpes y espoleos, maldiciones y grandes abusos (de los asnos).’ Conociendo de fuentes contemporáneas el amor de Leonardo por los animales, podemos estar seguros de que semejantes ‘profecías’ como estas no son simples burlas, sino que representan su rechazo a considerar como algo natural el sufrimiento que la destreza técnica del hombre le ha permitido infligir al resto de animales».

Además de las Profecías anteriores, que tratan sobre matar y esclavizar animales, da Vinci incluso se recreó en la idea de que coger la leche de las vacas representa un robo. Bajo el título «De las bestias de las que se obtiene el queso», responde «la leche será arrebatada a los niños pequeños».

Una profecía en respuesta a «De la boca del hombre que es una tumba» dice: «saldrán ruidos estridentes de las tumbas de aquellos que han muerto con una muerte violenta y perversa». Con lo dicho anteriormente, no creo que sea válido citar las profecías sin ninguna explicación del contexto.

También debería mencionar unos cuantos puntos que enturbian el asunto un poco. Citando a Bramly, «Las anotaciones domésticas que se encontraron en los cuadernos de Leonardo en varias ocasiones mencionan las compras de carne, pero esto debía haber sido para sus alumnos. El maestro comía ensaladas, verduras, cereales, setas y pasta: parece que era particularmente aficionado al minestrone».

También en el Códice Leicester se puede encontrar la descripción de un diseño de un mecanismo para asar carne. En MSS B. de la Biblioteca del Institut de France se puede encontrar la descripción del diseño de una cocina que incluye lo siguiente: «Y el humo se esparce a través de los numerosos tubos y sirve para curar carnes saladas; lenguas y longanizas y cosas como estas, que lleva a la perfección».

Más aún, se puede preguntar cómo podemos admirar a da Vinci como practicante de la no-violencia contra los animales cuando él mismo diseñó toda clase de armas. En Leonardo (1978), de Robert Payne, encontramos:

«Aunque Leonardo inventó una gran cantidad de máquinas militares y las registró en sus cuadernos, no llegaron a nada. Pero su estudio de las fortificaciones fue distinto. Sus modificaciones y sugerencias fueron observadas, pues estudió las fortificaciones con la misma pasión con la que había estudiado la pintura, la anatomía y la teoría de volar. él odiaba la guerra, a la que llamaba pazzia bestialissima, la locura más brutal, pero existe una percepción de que una fortaleza es la menos bélica de las instalaciones militares. Una fortaleza es una casa defendida, pacífica hasta que es atacada, y por tanto una influencia civilizadora…»

Como dice el propio Leonardo en uno de los Manuscritos de la Bibliotheque Nationale MS. 2037, 10 r:

«Cuando me acosan ambiciosos tiranos encuentro un modo de ataque y defensa para preservar el regalo más preciado de la naturaleza, que es la libertad; y primero yo hablaría de la posición de los muros, y después de cómo las diversas gentes pueden mantener a sus buenos y justos señores».

«Y tú, hombre, que mediante estos trabajos imitas las maravillosas obras de la naturaleza, si juzgas que es un acto atroz destruirlas, reflexiona que es un acto infinitamente atroz quitar la vida a un hombre. Pues debes ser consciente de que aunque lo que es construido parece a tus ojos de una sutileza maravillosa, no es nada comparado con el alma que reside en el interior de esta estructura; y en verdad, sea lo que fuere, es una cosa divina que padece para morar en su propia obra a su gusto, y que no desea que tu cólera o malicia destruya tal vida, pues en verdad aquel que no la valora no la merece. Puesto que abandonamos el cuerpo con extrema resistencia, y yo pienso de hecho que esa aflicción y lamento no son sin causa». — Dell’ Anatomia Foglia B, Royal Library, Windsor

«Cómo mediante un artilugio muchos son capaces de permanecer durante algún tiempo bajo el agua. Cómo y por qué no describo mi método de permanecer bajo el agua durante tanto tiempo como pueda estar sin comer; y esto no lo publico o divulgo a causa de la malvada naturaleza del hombre que cometería asesinatos bajo los mares, resquebrajando los barcos por debajo y haciéndolos irse a pique junto con las tripulaciones de los mismos; y a pesar de ello facilitaré detalles de otros que no son peligrosos, pues por encima del agua emerge la boca del tubo por el cual obtienen el aliento, mantenido por pellejos de vino o pedazos de corcho». — Leicester 22 v.

En Profecías bajo «De la crueldad del Hombre» encontramos:

«Podrán verse sobre la faz de la Tierra criaturas que estarán siempre peleando entre sí, con pérdidas muy grandes y muertes frecuentes en cada bando. Éstos no pondrán límite a su malicia; con sus crueles miembros un gran número de árboles de los inmensos bosques del mundo serán derribados al suelo; y cuando se hayan atiborrado de comida, complacerán su avidez repartiendo muerte, aflicción, trabajos, terror y destierro para todo ser viviente. Y con motivo de su arrogancia sin fin, desearán elevarse hacia los cielos, pero el excesivo peso de sus extremidades les retendrá abajo. No quedará nada sobre la tierra o bajo la tierra o en las aguas que no sea perseguido e importunado o destruido, y lo que haya en un país será llevado a otro; y sus propios cuerpos serán convertidos en tumbas y en vía de tránsito de todos los cuerpos vivientes que hayan asesinado. ¡Oh Tierra! ¿A qué esperas para abrirte y engullirlos de cabeza en las profundas grietas de enormes abismos y cavernas, y nunca más exhibir a la vista del cielo un monstruo tan brutal y despiadado?».

En su carta de auto-recomendación a Ludovico Sforza, el tirano de Milán, y su futuro benefactor, da Vinci enumeró, sin embargo, entre sus numerosos talentos su habilidad para diseñar diversas armas. Da Vinci también realizó algunos trabajos para Cesare Borgia, el sujeto de El Príncipe de Maquiavelo (un hijo ilegítimo del Papa Alejandro XI); pero según Payne, «No hay nada que sugiera que Leonardo fuese algo más que un supervisor y asesor sobre fortificaciones». ¡Qué tragedia que todavía hoy en día los genios del mundo se vean obligados a trabajar para los Borgias de la actualidad! Quizás da Vinci diseñaba armas con la misma satisfacción que parecía haber obtenido al dibujar otros objetos grotescos como las gárgolas. Quizás las armas estaban diseñadas como tarjetas de visita para atraer potenciales benefactores, sin una intención real de llegar a construirlas. Si reconocemos que la defensa es algo ético, podemos llegar a entender que la motivación podría haber sido «preservar el don más preciado de la naturaleza, que es la libertad». De hecho, da Vinci realmente escribe sobre Arquímedes y los artefactos que creó para proteger Siracusa de una invasión romana (que finalmente no funcionaron pero podrían haber resultado exitosos de no haber sido por una traición y un ataque romano en un día festivo en que los soldados no estaban lo suficientemente sobrios como para cubrir sus puestos).

Da Vinci escribió muy poco sobre sí mismo en sus cuadernos. La mayor parte de su trabajo científico fue desconocido hasta el siglo XIX en que los estudiosos finalmente descifraron lo que decía en los cuadernos que había escrito en contraimagen, de derecha a izquierda, con otros varios dispositivos que lo hacían difícil de interpretar. Sus intuiciones sobre desarrollos muy posteriores de física son asombrosos. Si los hubiese publicado, muy bien podría haber compartido con su contemporáneo Copérnico la distinción de ser una aportación importante para Kepler, Galileo y Newton, y por tanto origen de la revolución científica que seguiría.

El mundo científico finalmente alcanzó el nivel de Leonardo en aspectos científicos desconocidos hasta hace bastante poco, pero su perspectiva ética es posmoderna. Mientras que el ser humano continúa utilizando el intelecto para esclavizar, matar, robar y aterrorizar a sus semejantes humanos y a los animales, quizás debemos realmente valorarnos en ese aspecto como «muy por debajo del nivel de las bestias». Dada la mayor variedad de alimentos «simples» y «combinados» que tenemos a nuestra disposición en la actualidad, junto con las ventajas para la salud y para el medio ambiente, y la horrible naturaleza de la ganadería industrial y los mataderos, podemos imaginar qué es lo que da Vinci escribiría de nosotros si consideramos cuán relativamente pocos miembros de las sociedades opulentas han adoptado una dieta libre de animales. Como individuos, puede que no tengamos un control directo sobre la «locura más brutal», pero somos directamente responsables de la crueldad innecesaria perpetuada en nombre de nuestras inclinaciones dietéticas. ¿No es sorprendente que personas que consideran a sus perros y gatos como amados miembros de la familia, puedan comerse sin vacilar a un cerdo, que es un animal «agradable» de inteligencia similar a la de sus mascotas? Cuando consideramos que los norteamericanos hasta no hace mucho seguían permitiendo la esclavitud (todavía viven hijos de esclavos afroamericanos liberados), a pesar de la Declaración de Independencia que declaraba «Mantenemos estas Verdades como algo evidente, que todos los Hombre fueron creados iguales, que fueron dotados por su Creador con ciertos Derechos inalienables, que entre ellos se encuentran la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad», de nuevo nos damos cuenta de cuán hipócrita, egoísta a expensas de justicia hacia otros e intolerante puede ser la gente.

Terminaré con un pequeño consejo de Leonardo.
En el italiano original, venía en forma de poema:

«Si deseas permanecer sano, sigue este régimen: no comas a menos que tengas ganas, y cena ligeramente; mastica bien, y haz que lo que tomes esté bien cocinado y sea simple. El que toma medicinas se hace un daño a sí mismo; no dejes paso a la cólera y evita el aire encerrado; manténte derecho cuando te levantes de la mesa y no te permitas dormir a mediodía. Sé moderado con el vino, toma un poco con regularidad, pero no en otro momento que durante las comidas, ni con el estómago vacío; ni alargues ni demores [la visita a] el retrete. Cuando hagas ejercicio que sea moderado. No te quedes con la barriga recostada y la cabeza bajada, y cuídate de estar bien tapado por las noches. Descansa la cabeza y mantén tu mente alegre; rehuye el desenfreno y presta atención a la dieta». — Códice Atlántico 78 v.b.

 

Escrito por David Hurwitz
dhurwitz@socal.rr.com
Última actualización 19 de Julio de 2002
Fuente www.ivu.org

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