
Argentina, tradicional bastión de la carne y los lácteos, está siendo parte de una transformación global sin precedentes: el avance de los alimentos plant-based, elaborados exclusivamente con ingredientes de origen vegetal. Este sector, en pleno crecimiento, impulsa inversiones por más de $10 mil millones de pesos y se proyecta como una de las grandes oportunidades para la industria alimentaria nacional, con potencial exportador hacia Europa, Medio Oriente y América.
El segmento de alimentos plant-based se integra dentro del sector de alimentos y bebidas, uno de los pilares de la estructura industrial argentina, al representar el 11 % del valor agregado bruto (VAB) nacional. Esta actividad productiva genera aproximadamente 12.000 empleos directos y 18.000 indirectos, consolidándose como un actor relevante en términos de empleo y aporte económico.
Según el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), en los últimos cinco años se ha acelerado la diversificación del mercado alimentario a través del uso de proteínas alternativas vegetales. De hecho, estiman que para 2030 los productos de base vegetal representarán el 7,7% del mercado global de proteínas. Alrededor de 150 empresas ya están posicionadas en mercados internacionales, mientras que cerca de 600 compañías adicionales poseen capacidades operativas y logísticas para insertarse en nuevos destinos comerciales.
La tendencia no es solo económica: es también ética, ambiental y sanitaria. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) proyecta que las ventas minoristas de alimentos basados en plantas quintuplicarán su valor respecto a 2020, alcanzando los 162 mil millones de dólares. Gobiernos como el de Dinamarca ya han lanzado planes nacionales para fomentar estos productos, mientras países como Emiratos Árabes Unidos y Singapur también apuestan fuerte al desarrollo de proteínas alternativas.

En paralelo, estudios del Boston Consulting Group auguran que pronto las alternativas vegetales serán tan accesibles y sabrosas como los productos cárnicos tradicionales, y para 2035, el 90% de los platos más populares del mundo tendrá su versión vegetal.
Sin embargo, el cambio hacia una dieta basada en vegetales no debe hacerse de forma improvisada. Desde la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND) se recomienda una planificación adecuada y el acompañamiento de profesionales para garantizar un equilibrio nutricional óptimo.
Más allá de los datos, esta revolución plantea una invitación urgente a repensar nuestros hábitos alimentarios. Optar por una alimentación basada en plantas no solo responde a una tendencia global: es un acto de conciencia frente al sufrimiento animal, el colapso ambiental y los desafíos de salud pública del siglo XXI. El veganismo, respaldado por la ciencia y cada vez más accesible, no es una moda: es parte de la solución.
Sumarse al cambio requiere estándares claros y reconocidos. V-Label es hoy una herramienta esencial para validar el compromiso con una producción vegetal responsable y alineada con las nuevas exigencias del consumidor. Su adopción es clave para que las empresas se integren de forma competitiva y creíble al mercado global de alimentos plant-based.
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