El ser humano necesita para su desarrollo la vegetación y los animales, paisajes vivientes, la Tierra libre, blanda, con vida. Pero la humanidad moderna está tapando la superficie de este mundo con cemento. Esto hace empeorar las inundaciones (el cemento no absorbe la lluvia). Encierra cada vez mas a las personas en cemento y ladrillos y esto es malo para la salud física y mental. Las plantas frenan el viento y suavizan la temperatura, por eso cuanto mas cemento y menos plantas haya, va a hacer mas frío y mas calor y va a soplar mas fuerte el viento.
Cada vez mas se tapa la tierra con cemento. Todos los días se agrandan patios, se añaden habitaciones, se agrandan garajes, se venden jardines a otros que hacen casas en esos terrenos.
Los caminos pavimentan cada año millones de hectáreas de campo.
A todo esto lo llaman progreso y se dice, sin pensar mucho, que no se puede detener. A algunos los hace felices: algunos albañiles, vendedores de cemento, de ladrillos, arquitectos, ingenieros, empresas de volquetes, funcionarios municipales, y gente que le sobra plata y puede hacer que su casa sea, supuestamente, mas cómoda y mas importante.
Demasiados creen que el bien y el mal no existen; lo único que tienen en cuenta es hacer sus negocios, sus planes, sus ganancias, del modo que ellos quieren y en el momento que ellos quieren; o hacer su rutina, su costumbre, impulso, ocurrencia o capricho. Creen que no existe nada mas, o que si hay algo mas no vale nada o vale poco. No se preguntan si algo es bueno o malo. Y no respetan las necesidades ni el bienestar ni los gustos y deseos de otras personas.
Y si alguien se propone frenarlos, acusan de fascista, prepotente, enemigo, loco, idiota, infame, y lo atacan, insultan y amenazan, con orgullo y soberbia, sintiendo que hacen muy bien y que tienen todos los derechos y virtudes y el otro todas las obligaciones y culpas y defectos.
Parece que nadie, o casi nadie, se interesa o hace algo para limitar o frenar este proceso de edificar todo el planeta. Muy pocos ven en eso algo preocupante.
Pero es evidente que la existencia humana sería imposible en un mundo cubierto de cemento (¿dónde habría granjas, dónde se purificarían el agua y el aire, dónde se podría salir del encierro?…etc.) . Entonces, cuanto mas se lo cubra, mas difícil va a ser la existencia humana.
Y las personas que se acostumbran desde muy chicos al cemento, o que tienen profesiones que van cubriendo todo con cemento, no ven nada de malo en sepultar el paisaje. Por eso no hacen nada para detenerlo. Hay una cantidad de personas a quienes les da miedo o no les gusta el pasto, las plantas, la tierra. Sienten que el cemento es mas «prolijo», sano, limpio, civilizado, moderno, que da menos trabajo, que es «progreso»… o que a ellos les da ganancias. Creen que en la planta mas chica hay arañas y avispas esperando para picarlos. Y que las plantas «ensucian» o son suciedad (si no, no dirían que destruir la vegetación de un lugar es «LIMPIAR»). Les indigna que donde hay árboles «hay que barrer las hojas» (como si eso fuera lago espantoso y como si las plantas no tuvieran ningún otro efecto, ningún efecto bueno).
Se acostumbran al cemento, pero igual les hace mal, aunque ellos mismos no se den cuenta.
Todos (hasta los que no se dan cuenta) necesitamos la tierra sin cemento, con vegetación y animales, paisajes vivientes, la Tierra libre, blanda, con vida. Pero cada vez queda menos, sobre todo en las ciudades, que es donde vive la mayoría de las personas.
Hay que darse cuenta de todo esto y proteger por ley, ordenanza o lo que corresponda y dé mejor resultado, lo mas posible lo que hay de tierra sin edificar ni pavimentar, sobre todo los paisajes naturales.
Y lo mas posible, parquizar los terrenos en que hace mucho tiempo mataron la vegetación silvestre, y hacerlo de un modo parecido al paisaje natural, con plantas de especies nativas ubicadas, no en líneas rectas ni rectángulos, sino en curvas y en conjuntos de formas libres.
Ricardo Barbetti
Investigador, asesor y educador en temas de cuidado del ambiente