En la edición anterior de la revista elegimos destacar el amor maternal de los animales como un aspecto que les permite expresar un comportamiento humano. No es sólo en esta relación que se vislumbra este tipo de comportamiento. Los patrones de las relaciones de pareja pueden ser también sorprendentemente parecidos entre animales y humanos. Las leyes de la armonía en la pareja también se aplican a los animales no humanos, como lo expone en su trabajo el Dr. Dröscher. En los casos que a continuación se comentan puede el lector observar la similitud de la especie humana con el resto de los animales.
El cortejo es más importante que el acto sexual
Doris era una paloma hembra que vivía una vida bastante triste en un laboratorio. Desde hacía un año vivía sola en una jaula de cristal y a su alrededor sólo podía ver las paredes de la habitación. Como es lógico, en todo este tiempo no puso ni un sólo huevo.
En la primavera siguiente un zoólogo instaló otra jaula en la habitación donde vivía en palomo Sam. Ambos podían verse pero no podían tocarse, oírse ni olerse. Sin embargo, al cabo de siete días, Doris puso dos huevos en su nido artificial.
Al mismo tiempo la paloma Susi que vivía en una habitación vecina después de una año de soledad tuvo a un compañero a quien mirar a través del cristal: Potinus, un macho castrado. Pero Susi no cambió de vida, en ningún momento pensó en poner huevos.
¿Cómo descubrieron las hembras a través del cristal que en un caso tenían delante a un macho castrado y en el otro a un macho sexualmente activo? Mediante el comportamiento del respectivo vecino. En el caso de Potinus, este se paseaba aburrido por la jaula y sólo pensaba en comer. En cambio Sam al ver a la hembra se sintió invadido por el deseo de cortejarla. Se paseaba arriba y abajo ante Doris sacando el pecho como un héroe, se inclinaba repetidamente hacia atrás delante de ella y e intentaba trazar espirales de cortejo que en la mayoría de los casos terminaban al chocar con la pared de cristal. Esto provocó que los ovarios y el oviducto de la hembra crecieran en forma significativa.
O sea que el factor decisivo para estimular la producción de huevos en la hembra es el cortejo del macho y no el acto sexual. Por supuesto, los huevos nacidos del amor platónico de Sam y Doris fueron estériles. En resumen: el cortejo de las palomas sirve para que en primavera, cuando un macho y una hembra se unen para formar una pareja cumplan ambos los requisitos para la reproducción y es por tanto de fundamental importancia. De esta forma las parejas sincronizan sus sentimientos.
Regalos para la conquista
Todo «Don Juan» sabe cuan efectivos pueden ser un ramo de flores o una caja de chocolates a la hora de buscar una conquista sentimental. Esta regla es también válida en el caso de los animales no humanos: la entrega de alimentos y de símbolos de simpatía como regalos amistosos es algo muy común en el cortejo. Por ejemplo, los codornices macho suelen llevarle una oruga de regalo a la hembra para conseguir aparearse.
Pero en el tema de los regalos amorosos las gaviotas son especialistas. Un zoólogo observó como una gaviota llamada Uta, que había recibido había recibido un pedazo de pan de un turista, fue seguida por un gavión (un ave más grande y fuerte) que la quiso obligar a soltar el bocado. Inmediatamente Ulrich, macho fiel y devoto de Uta, cruzó por encima de las olas y con un penetrante grito de guerra se lanzó contra el ladrón, al que consiguió apartar. Después de esta victoria Ulrich aterrizó contra su esposa y dejó sin la menor envidia que esta comiese el pan de salvado.
Cualquier bañista puede observar en una playa con la marea baja las parejas de gaviotas descansando una junto a otra. Y en estos matrimonios la hembra puede tomar del pico del macho el gusano más gordo o el mejillón más codiciado. Durante la época de cría esta cesión de alimento se convierte en una verdadera alimentación de cortejo. Cada vez que el macho regresa al nido lleva berberechos y los deja delante de la hembra. Lo paradójico es que el macho después de llevar la comida pide a su hembra que lo alimente como si fuera una cría de gaviota. Cómo es lógico no pide realmente que lo alimente, porque en realidad tiene comida en el buche y el pico. Con la comida pide otra cosa distinta: pide amor.
En otras especies los regalos representan un contrato matrimonial. Entre los charranes por ejemplo, el macho que quiere aparearse se va al mar y pesca un una presa especialmente bella. Luego regresa con la presa en el pico y se muestra entre las hembras solteras para finalmente ofrecer su pescado a una de ellas. Ella ha de tener cuidado y no dejarse sobornar porque si toma el pescado da al charrán un sí irrevocable! Es divertido observar las reacciones de las hembras. A veces la elegida puede ignorar totalmente al macho o darle la espalda. Puede quedarse un momento mirando al pez, luego al pretendiente e irse de allí con expresión aburrida. Incluso puede tomar el pescado con el pico un momento, pero si no piensa actuar en consecuencia debe devolver el regalo porque de lo contrario estaría comprometida de por vida.
Si el macho recibe muchas calabazas termina ofreciendo su pez como un vendedor ambulante o se va a buscar un pez más bonito para ver si tiene mejor suerte con las damas.
Parejas de por vida
El fenómeno de la entrega de regalos por parte del macho a su hembra está mucho más difundido de lo que creía la ciencia hace unos cuantos años. Algunos machos llegan a pasar hambre para alimentar a su hembra, transformándose en verdaderos esclavos.
El guacamayo, este gran loro de brillantes colores que muchos zoológicos exhiben con orgullo, se deja arrastrar también a verdaderas orgías de comida. Por desgracia se le suele ver únicamente encadenado a un aro, solitario y melancólico al haber sido privado de su libertad. En cambio, en el bosque tropical el guacamayo muestra ser uno de los animales más sociales y también uno de los amantes más dedicados del mundo animal. Macho y hembra se guardan fidelidad para toda la vida. Se ayudan en cualquier emergencia y en cualquier disputa con otros guacamayos hasta el sacrifico total. En estas parejas el macho sabe que los regalitos conservan las buenas relaciones. Ofrece a su hembra los frutos más ricos de la selva, rompe con su pico las nueces mas duras y se las da a comer. Enlazan ambos sus picos en ángulo recto y se pasan la golosina varias veces con la lengua de una boca a la otra. Entonces él cierra sus alas sobre ella y la abraza de un modo casi humano.
Mas tarde, en el transcurso del matrimonio -que puede durar mas que muchos matrimonios humanos dado que estos animales viven hasta setenta años- esta entrega ceremoniosa de comida se simplifica algo. Él le da comida sin antes recolectarla, la alimenta simbólicamente con el pico vacío. De allí nace el ritual de las caricias amorosas con el pico.
Pero cuando la señora guacamayo se sienta en el nido para incubar la acción simbólica del macho se convierte en la entrega de comida auténtica. Y cuando los polluelos han salido del huevo el padre alimenta a toda la familia porque la madre no quiere dejar solos a sus hijos. El padre llega al nido con la comida y la entrega a la madre que entonces la reparte a todos sus hijos.
Dra. Marcela Capobianco
Unión Vegetariana Argentina Bahía Blanca
http://www.bahia.uva.org.ar
Unión Vegetariana Argentina
http://www.uva.org.ar
Publicado en la revista El Vegetariano,
Grupo Editorial El Vegetariano
Ciudad de Buenos Aires
Argentina
6/2005